Cuando Falla encuentra a Lorca

“Anda jaleo”, “Los cuatro muleros”, “El zorongo”, “Los pelegrinitos”, “El café de chinitas”, “Las tres morillas”, “Las sevillanas del S. XVIII”… aromas de Granada, de la España andalusí, de leyendas populares, de fiestas y tragedias, todo tiene cabida en el universo lorquiano, desde las emociones mas fuertes hasta los mas delicados matices. Además de canciones con preciosas melodias y textos, este ciclo contiene verdaderas joyas que están incrustadas en lo más profundo del sentir popular español. Evocan en nuestro alma recuerdos y vivencias del pasado, con un sabor antiguo, como de otra época pero a la vez renovado, con aire fresco, con nuevos colores y posibilidades. Federico García Lorca (1898 – 1936) era un enamorado de las canciones tradicionales y populares españolas, y realizó un elaboradísimo trabajo de investigación, transcripción y selección entre el cancionero de palacio, el folclore español, el flamenco y tantas otras fuentes que se pierden en la noche de los tiempos. El mismo Lorca nos dejó su legado sonoro a través del registro discográfico que realizara con la Argentinita en 1931. Asistimos pues a la resurrección de una música que nos llega a través de la herencia lorquiana y hoy mediante la voz flamenca y el piano resurgen con un nuevo aspecto, a su vez ancestral y auténtica siendo fiel a la tradición y a su origen primitivo, y a su vez peculiar y novedosa, combinando la voz flamenca, rotunda, tierna, colorista, apasionada, conmovedora, con el acompañamiento pianístico de exquisita textura y encantadora sencillez que sirve de suave y a la vez contundente soporte para la voz. Este original encuentro da como resultado un sonido único caracterizado por su calidez y gran efecto expresivo. En ocasiones la voz cantada da paso al recitado de versos con acompañamiento pianístico que conmueve por su dramática fuerza y su ternura poética.