Un Beckett escatológico a prueba de demócratas

Un Beckett escatológico a prueba de demócratas

Un Beckett escatológico a prueba de demócratas

LOS CABALLEROS
Teatro Romano de Málaga. Fecha: 21 de julio. Producción: Teatro del Velador. Dirección, adaptación y dramaturgia: Juan Dolores Caballero, a partir de la obra de Aristófanes. Reparto:Juan Carlos Fernández, Fran Caballero, Santiago Rivera, J. Ignacio Pérez y B. Lario. Músicos:Bruno Axel y Sancho Almendral. Aforo: Unas 200 personas.
Entran en escena dos personajes tocados con bombines, largas melenas, dentaduras grotescas y zapatones imposibles, cargados con maletas antediluvianas, al compás de la música klezmer que interpretan al ladito Bruno Axel y Sancho Almendral al violín y al violonchelo, y comprendemos de inmediato que estamos en territorio Velador. Y de paso, claro, estamos en territorio Beckett: durante un buen tramo de los 70 minutos que dura la función, con el Paflagonio Cleón y Nicias en escena, no sucede prácticamente nada, aunque mientras tanto se va urdiendo una conspiración. Ambos, sí, a imagen y semejanza de Vladimir y Estragón, van dando cuenta de sus achaques y flatulencias, entre las que se incluye el titular del poder político. Demóstenes y el Morcillero hacen posteriormente las veces de Pozzo y Lucky, pero he aquí que estamos en una obra de Aristófanes. Y lo estamos, nunca mejor dicho, hasta las heces: el comediante se ciscó de lo lindo en Sócrates, pero también recelaba, y cómo, de la democracia que mandó al viejo a mejor vida. En Los caballeros, como en otras muchas obras, el autor se reivindica seguramente como el primer nietzscheano al denunciar a la democracia como plataforma para la promoción de aprovechados, holgazanes, comelagartos y sietemesinos. Y esto es justo lo que sirve en bandeja Juan Dolores Caballero, sin atajos, con una acidez a prueba de bicarbonatos, rajando a diestro y siniestro. Pero lo hace, sí, llevándoselo a su terreno, invitando al espectador a una aventura escénica que multiplica, subraya, matiza y ahonda en lo que pretendió Aristófanes para el contexto presente. Su propuesta es uno de los mejores trabajos que hemos visto en el ciclo de los Teatros
Romanos de Andalucía: un espectáculo que da sentido, plenamente, a una programación de este tipo.
Dolores Caballero extrae de Samuel Beckett su tono más próximo a Buster Keaton (el que determinó el quehacer teatral del irlandés) para hacer significar de un modo poderoso y directo a Aristófanes. Por fin alguien se atreve (tenía que ser El Chino, claro) a ser más clásico que nadie sin togas ni imposturas flamencas. Todo en Los caballeros exhala teatro y nos devuelve la magia del Velador, la feliz herencia que la compañía ha dejado en la escena española como fruto de una exploración que todavía habrá de dar frutos reveladores. El quinteto protagonista aborda una construcción de los personajes asombrosa, económica y fértil, diciendo mucho con muy poco; en la función del miércoles tuvieron que sobreponerse a un infierno de micrófonos fallidos y acusaron un par de errores en las réplicas a cuenta del estreno absoluto, pero, qué quieren que les diga, este crítico sólo puede tener en cuenta el regusto a amor al teatro que quedó tras la representación. Algún demócrata saldría escaldado, pero es lo que hay: con todos los respetos, keynesianista el último.
Un buen trabajo

Un buen trabajo

Teatro del Velador estrenó en el Teatro Romano de Málaga Los Caballeros de Aristófanes en versión de su director Juan Dolores Caballero. La comedia enfrenta a un nuevo candidato propuesto por una pareja de esclavos que tratan de devolver las condiciones a los criados frente al actual camarero de un señor llamado Demos. Ambos provenientes de ámbitos muy distintos serán puestos a prueba por el señor tras una serie de peripecias. Naturalmente la trasposición a la vida política y parlamentaria está servida, no ya sólo por la actualización del director, si no porque era evidente desde el momento que se escribió. Sea como sea, Juan Dolores Caballero logra hacer un texto ágil y fácilmente entendible en el que no faltan los momentos retóricos, los diálogos ligeros y las disquisiciones inteligentes, que dan forma a una dramaturgia con guiños muy relacionados con la política nacional actual.
Demagogos y profesionales pretenden el favor del pueblo representado aquí por un amo que lleva por nombre Demos o lo que es lo mismo Pueblo. Algo ingenuo el señor, desentendido a veces y otras irritantemente aquiescente. La puesta en escena no defrauda, no en balde, El Chino (nombre familiar o artístico de Juan Dolores Caballero) tiene una relación muy especial con el escenario y su forma de entender la estética teatral. Gran parte de sus presentaciones tienen en ese gusto personal lo mejor del desarrollo dramático. Así ya desde el comienzo, la pareja de criados-esclavos vienen a mostrarnos lo que es la línea del espectáculo. Una deliciosa pareja que se expresa muy a lo Brecht desde su forma de gesticular y la creación de los estereotipos a los diálogos que transforma el adaptador.
El transcurso de la obra nos va dejando imágenes y momentos hermosos, instantes para la comedia que están no sólo en lo que se dice sino en cómo sitúa y dónde a los personajes, y cómo llega a enredar la coreografía de movimientos a favor de la trama. Hubo, eso sí, algún lapsus de ritmo hacia la mitad del espectáculo en el que se echó de menos una mayor presencia de la creatividad del director que pasó algo ligeramente por encima esas composiciones de movimiento magníficas que le conocemos. El Romano de Málaga tiene sus dificultades para que entradas y salidas no descompongan ritmo y desarrollo. Lejanía, sonidos de calle. Mantener la atención del espectador es imprescindible y eso lo logra una puesta en escena visualmente atractiva o un trabajo actoral impecable, Teatro del Velador lo consiguió.

Los Caballeros de Aristófanes

  •  Compañía: Teatro del Velador. Autor: Aristófanes. Director: Juan Dolores Caballero. Intervienen: Juan Carlos Fernández, Fran Caballero, Santiago Rivera, J. Ignacio Pérez, B. Lario. Fecha y lugar: 20 de julio, Teatro Romano de Málaga

Esperpento en la gestualidad y cruda crítica de la realidad

Los Caballeros de Aristófanes en el Teatro Romano
20-23/07/2016. Teatros Romanos de Andalucía. Teatro Romano de Málaga.
Texto: Manuel Malaka | Fotos: Juani Abril
Esperpento en la gestualidad y cruda crítica de la realidad
Desde el miércoles 20 y hasta el sábado 23 de julio dentrodel ciclo de teatro clásico que se viene desarrollando en losteatros romanos de Andalucía, tuvimos la ocasión de disfrutar de uno de losclásicos de la sátira de Aristófanes.
Hay que aplaudir este esfuerzo técnico y económico que supone acondicionar estos edificios históricos para devolverles su uso, respetándolos y provocando el menor impacto posible en ellos. Sin duda, el esfuerzo vale la pena. La magia de ocupar ese espacio y disfrutar de una obra deteatro que, quién sabe, pudo haberse representado allí mismo más de dos mil años antes, nos deja una sensación de vértigo, y da un valor añadido indudable a la propia obra.
Y aunque la historia, la arquitectura, y la noche de verano ya son ingredientes que nos predisponen en positivo, La compañía, Teatro del Velador, supo poner el resto para que la experiencia fuese redonda. La compañía sevillana fue la responsable de subir a las tablas y estrenar aquí en nuestra ciudad, este eterno conflicto entre los políticos y el pueblo que precisamente, hoy por hoy, está tan de actualidad en nuestro país. La obra es un juego cómico con cierto aire de clown (zapatones y sombreros de payaso caracterizan a los protagonistas). Y también cierto aire de esperpento en la gestualidad y la cruda crítica de la realidad que nos muestra. Pero este juego cómico no solo se pone en marcha sobre el escenario, los actores se encargan de trasladar al público este juego y hacerle partícipe de la comedia durante toda la obra.
En esta crítica desenfrenada deltirano Cleón, se hace también unaaguda reflexión sobre Demos (en griego ciudadanía), al que a pesar de mostrar poco listo y manipulable, sin embargo, al final le deja una puerta abierta al optimismo, recuperando losvalores y virtudes de Atenas en su edad dorada.
Hay que hacer mención especial a la música en esta obra. Mientraslos grandes proyectos teatrales, desde que comenzó la crisis, nos tienen acostumbrados a los monólogos, y resulta difícil ver a más de tres actores sobre el escenario, es grato ver como esta pequeña compañía andaluza nos sube al escenario música en directo , un dúo de cuerda, violín y chelo, que acompañan toda la obra , dotándola del ritmo necesario en cada momento, y creando junto con la escenografía la atmósfera adecuada en cada escena, con una exquisita composición e impecable interpretación musical.
Así que solo podemos felicitarnos por ver que, al menos en este caso, las noches de verano en nuestra ciudad se llenan con buen teatro, con esta sátira que quiere ser un espejo en el que mirarnos, para hacernos reír, pero también reflexionar. Y felicitarnos también por contar en Andalucía con estas estupendas compañías de teatro y estos maravillosos profesionales de la escena que viven su trabajo con verdadera vocación, huyendo del aplauso fácil y del divismo, tan habitual en los escenarios.





Los caballeros de Aristófanes

Actores
Juan Carlos Fernández,
El Paflagonio Cleón
Fran Caballero,
Demóstenes
Santiago Rivera,
Nicias
J. Ignacio Pérez,
Demos
B. Lario,
El morcillero

Música en directo

Bruno Axel, Sancho Almendral
Composición musical
Inmaculada Almendral

Espacio escénico y Vestuario
Teatro delVelador
Jefe técnico en gira
Néstor García
Fotografía
Sergio Pulido
Producción
Teatro del Velador Startist
Distribución
Teatro del Velador/ Elvira Lario
Dirección, adaptación y dramaturgia
Juan Dolores Caballero

¡Veinticinco siglos y todo sigue igual!

¡Veinticinco siglos y todo sigue igual! Parece increíble que el comediógrafo ateniense Aristófanes escribiera con tanto acierto ‘Los caballeros’ nada menos que en el 424 a.C en un análisis, en forma de sátira, de los pecados que la democracia ha terminado por demostrar como congénitos. Obra tan lejana y tan vigente.
Los asistentes a la representación de anoche de ‘Los caballeros’ en el Teatro Romano de Málaga, dentro del ciclo de Teatros Romanos de Andalucía, abandonábamos nuestro duro asiento meneando la cabeza. Sorprendidos por la agudeza de los males que hoy mismo aquejan a nuestro sistema político y que ya estaban en el texto de aquel dramaturgo que tuvo sus más y sus menos con el poder y en general pecó de conservador en su faceta política.
Para entender la obra, que hoy celebra su última representación en Málaga (no dejen de verla un sábado porque se sorprenderán que no dista mucho de los análisis políticos que pueden escucharse en LaSexta Noche) habría que situar al propio Aristófanes en la época dorada de Atenas, en su vibrante cenit y donde las discusiones sobre el gobierno de la metrópolis lo inundaban todo. El nivel intelectual del autor le daba incluso, para en estos debates, criticar a Sócrates y regalarle para él y para la posteridad el gesto de ‘la peseta’ en otra de sus obras; Las Nubes.
Pero volviendo a esta obra, es en aquel contexto cuando Aristófanes se decide a escribir este texto que viene a criticar el gobierno de Cleón, una figura de poder en la polis, como personaje corrupto, ambicioso y cruel con sus adversarios y sus gobernados. Cleon sirve a Demos, que personifica al pueblo en este texto. Éste aparece como un individuo no muy listo, según acuerda retratarlo su autor, (está visto y comprobado) mientras que dos esclavos de Cleón, Nicias y Demóstenes, dos generales principales en la Guerra del Peloponeso, no están contentos con el trato que reciben de éste y con el que Cleon da al propio Demos.
Así se valen de una excusa como cierto oráculo, para incitar a que Cleón sea depuesto en el Senado. Para ello, y aquí viene gran parte de la gracia de esta comedia, deciden poner el frente del golpe a un vendedor de morcillas. Así tal cual.
Lo ácido del asunto recae, primero, en los diálogos mordaces de los impulsores de la iniciativa para convencer al humilde morcillero de que está preparado para tal cosa y asumir tamañas funciones de responsabilidad. “Ni falta que hace que sepas leer, más bien es un problema”, le vienen a decir, describiendo perfectamente la inopia cultural de la que hacen gala nuestros actuales gestores políticos.
Luego está la osadía y la ambición del ser humano. Aquí se traduce en cómo el morcillero enseguida cree en sus opciones y hasta crea un discurso populista propio que hoy día también tiene un clarísimo ejemplo en nuestra actualidad de ‘nueva política’ (ríete de la modernidad) para gobernar. “Todo será de todos y las mujeres guapas también”, aplica en su discurso.
Aquí llega lo más jugoso de la obra pues se produce por parte de Cleón un interrogatorio al morcillero, que estaría sucediendo en el Senado, de cómo va a llevar a cabo esa idea de colectivismo total (comunistas de hoy, lean a Aristófanes). Las ingeniosas y divertidas explicaciones del morcillero no tienen desperdicio, ni pies ni cabeza. Por su puesto Cleón defiende que no va a desprenderse de ni una sola de las propiedades que ha ganado por sus propios y sucios métodos con lo que podría emparentarse con el capitalismo salvaje, nunca saciado (liberales de hoy, lean a Aristófanes).
El insulto y la zafiedad se unen a los improperios que uno y otro se lanzan en el momento álgido de la obra para acabar ganándose a Demos. Todo muy actual igualmente. Y en este concurso por ganarse su favor, a ambos se le ocurre la tan exitosa y ya vemos que vieja idea de saciar el estómago de Demos con todas las viandas que pueden (la política sin más pretensión que la de perpetuarse y no buscar el progreso propio de la ciudadanía, dándole sólo el gusto fácil por el gusto fácil al pueblo, cambien comida por fútbol, por ejemplo y entenderán esta metáfora del ateniense).
Aristófanes y su pensamiento conservador y quizá ingenuo a la postre es el que lleva a la obra hacia una solución un tanto nostálgica y descafeinada si entendemos el tiempo en que vivió. Aristófanes soñó con que Atenas volvía a ser dominada de una manera activa y responsable por el propio pueblo y no por unos representantes que acababan representado los intereses de una elite, de un corte u otro.
La obra acaba con Demos, que había mostrado predilección por el populista morcillero, renegando de ambos viendo la crueldad con la que luchan por su favor y aupándose como autónomo de sus decisiones.
Sin duda la compañía Teatro del Velador lleva con bastante éxito este texto a escena. La música en directo también ayuda a fabricar ese tono grotesco, de teatro de barraca, de esperpento que los caracteriza y convierte a esta obra y este lugar en un muy recomendable plan para esta noche. Huelga decir que en un escenario ciertamente, y no es un tópico, inmejorable.
Calificación: ♠♠♠
23 de Julio
Teatro Romano de Málaga
200 localidades aprox.
Málaga
22.30 horas

Democracia y morcillas

«Gracias a la identificación que establecemos con los personajes cómicos, terminamos riéndonos de nosotros mismos, el pobre pueblo que sufrimos a los personajes que habitan la política»
Espectáculo
 Los Caballeros de Aristófanes
Lugar
 Teatro Romano de Málaga 22 de julio de 2016
Dentro de la programación Teatro Romanos de Andalucía llega a Málaga Los Caballeros de Aristófanes, una propuesta de la compañía Teatro del Velador. Comedia escrita en el año 426 AC por Aristófanes, Los Caballeros, a través de una acertada adaptación, reflexiona desde el humor sobre el eterno conflicto entre los políticos y el pueblo. Corrupción, demagogia, sobornos, extorsión… ¿No les suena de algo? Parece que en Atenas hace más de dos mil años padecían nuestras mismas miserias.
El argumento de Los Caballeros es sencillo: dos esclavos de Demos (un viejo caprichoso, símbolo del pueblo ateniense) se quejan de las desgracias que continuamente se abaten sobre ellos por las malas artes de un esclavo recién comprado, el Paflagonio. Aprovechando que el Paflagonio está dormido, le roban el oráculo que guardaba, y descubren así que un vendedor de morcillas lo sustituirá en el «”gobierno”. Justo en ese momento, como por arte de magia, llega un Morcillero, y los dos le convencen para que se lance en su carrera política.
Es en estos momentos cuando Aristófanes nos regala la receta para convertirnos en políticos profesionales en unos sencillos pasos: “Haz cabalmente lo que haces: revuelve todos los asuntos, hazlos morcilla y congráciate siempre con el pueblo endulzándole con frasecillas de cocinero. Las demás condiciones del liderazgo las reúnes: lenguaje indecente, ruin linaje, eres discutidor. Tienes todo lo necesario para la política”. Parece que la política ha evolucionado poco estos milenios, sólo que ahora las frasecillas no son de cocinero, más bien son de futbolero.
A partir de aquí, el Paflagonio y Morcillero se lanzan a la carrera electoral por convencer a Demos (el pueblo). Ya saben, lo habitual en todas las elecciones que se precien desde la Grecia Clásica hasta hoy: promesas, mentiras, halagos, regalos… Y comida, mucha comida. Para que finalmente el pueblo tenga que elegir entre algo malo o algo peor (sigh!). Parece hemos evolucionado poco como pueblo estos milenios.
Aunque no se hacen referencias al momento actual que digerimos en cada telediario, las conexiones con nuestra época son claras, si bien la propuesta de Los Caballero se aleja de cualquier paralelismo forzado. Algo muy de agradecer en tiempos epidémicos de Stand Up Comedy, es decir, confía en la comedia y se aleja del chiste fácil.
Gracias a la identificación que establecemos con los personajes cómicos, terminamos riéndonos de nosotros mismos, el pobre pueblo que sufrimos a los personajes que habitan la política. Las risas y comentarios en el patio de butacas fueron constantes durante toda la función. “Suena como a un discurso de Podemos”, apuntaba una espectadora a mi lado durante el discurso de Morcillero sobre el bien común extraído de la “Asamblea de las mujeres” también de Aristófanes.
El montaje dirigido por Juan Manuel Caballero ‘El Chino’, referente de la escena andaluza, descansa en la confianza de la autoridad de la palabra, rara avis en la escena contemporánea, y en un elaborado juego escénico de gran ritmo. Apoyado en un comprometido trabajo actoral en el que destaca la labor de Belén Lario. La música en directo es un acierto que afianza el ritmo escénico y realza la puesta en escena.
Entre palanganas, somieres y tripas de cerdo se cocina el poder, parece decirnos el espacio escénico. Y es que desde el inicio de la democracia a la era de Pokemon Go al pueblo siempre nos quedará la morcilla… en el mejor de los casos.

Los caballeros de Aristófanes – Teatro del Velador

Los caballeros de Aristófanes – Teatro del Velador
Teatros Romanos de Andalucía 2016
 
Málaga, del 20 al 24 de Julio
Itálica, del 4 al 7 de Agosto
Baelo Claudia, del 17 al 20 de Agosto
 
             Nuestra propuesta se traslada a la Barraca de Feria que contiene el verdadero teatro de la emoción. Es cámara de la imaginación y de la memoria donde viven personajes humanos que han sido “depositados” allí, alejados de lo “normal” o “convencional”, que no pertenecen a nuestra vida diaria pero que sin embargo están y viven a nuestro lado. En la propuesta lo “disparatado” y lo “desmesurado” entran en conflicto con lo “racional” y la “compostura”. La historia es sencilla: Dos esclavos de Demos, desesperados por la dictadura que sobre ellos ejerce un tercero, el paflagonio Cleón, buscan su liberación en cierto oráculo, que el paflagonio custodia, en el que se predice que éste será aniquilado por un morcillero, y entre juegos y engaños, veremos la lucha por el poder.
      Los Caballeros representa un tema de permanente actualidad, el conflicto entre los políticos y el pueblo, cuestión central del pensamiento sobre la virtualidad de las instituciones democráticas en la compleja sociedad contemporánea, es una comedia donde la acción se desenvuelve en medio de un simple juego escénico de fingimientos y posturas directas. Los guiños de inteligencia que existen entre los personajes para desarrollar las acciones burlescas, se establecen también entre éstos y los espectadores, de modo que escenario y teatro, actores y espectadores participan de un mismo juego cómico.
           A todo lo dicho cabe añadir la animación y colorido que la música bien compuesta imprime a una comedia de múltiples significaciones que, sin duda, no dejará a nadie indiferente ni consentirá que nadie se aburra…
Grabación y edición
Marián Ruiz y Cristóbal Romero