Flamenco Land en el Festival de Nimes

Flamenco Land
Festival de Nimes
Francia
9, 10 y 11 de Enero.
Funciones dobles: 9 y 10 de Enero.
Théâtre de Nîmes
Flamenco  Land se propone una ambición singular: llevar el Arte Flamenco a nuevos públicos en general y al público infantil (de 6 a 12 años) en particular, pues consideramos que el Flamenco supone el juego, consiente la participación del público, desarrolla la percepción, estimula la sensibilidad estética, fomenta el trabajo en equipo y promueve la
expresión creativa. Por otro lado, también hemos elegido al público infantil porque deseamos establecer puntos de contacto entre el Flamenco y el trabajo pedagógico de los maestros dentro de las aulas, llegando a  un grado de autonomía tal que posibilite la participación activa en diferentes actividades vinculadas con la audición, la interpretación y la creación musical. Pensamos que el flamenco es fuente de autoestima, socialización y de motivación. Flamenco Land es un espectáculo ideal para el aprendizaje activo del niño. Estrenado en el Festival Arte Flamenco de Mont de Marsán 2010, en el Festival Internacional de Teatro de Cazorla y en el Festival de Nimes 2012 Flamenco Land viene avalado por una gran repercusión y acogida tanto por crítica como de público. Un  espectáculo que conjuga a la perfección el flamenco y el clown.
-Programa-
La Noria Tangos
El trenecito Andaluz Fandangos
La gruta del duende Debla y Seguiriya
La sonrisa de un niño Acústico instrumental
El café Cantante Cantiñas
El barco de los descubrimientos Guajira y Manigua
Los fuegos artificiales Bulería
-FICHA ARTÍSTICA-
Laura Vital al cante
Niño Manuel a la guitarra
Juan Amaya “Pelón” & Raquel Villegas al baile
Fran Caballero interpretación
Luati a la percusión
Julia Oliva locución
-Ficha técnica-
Dirección de Laura Vital
Dirección escénica de Juan B. Herranz
Guión de Laura Vital y Juan B. Herranz
Producción y distribución de Bajodeguía Producciones
Diseño de iluminación de Auxi Gómez
Vestuario de Miguel Oliveros
Diseño gráfico, animación y proyección de Juan B. Herranz
Textos de Juan B. Herranz, Eduardo Domínguez Rubio y Fran Caballero
Una carpa circense en la Alameda

Una carpa circense en la Alameda

El final del verano. Fakires, acróbatas, saltimbanquis. Una troupe abigarrada sorprendió a niños y padres en el primer fin de semana de septiembre en el centro.

05.09.2011

SEVILLA es una ciudad-matria donde funciona el matriarcado. Un caso muy notable lo descubrí hace bastantes años: en el Tiro de Línea, en las calles  perpendiculares a Almirante Topete próximas a Santa Genoveva, se repetía el perfil de familias que se habían instalado en viviendas construidas con materiales de la Exposición del 29 y que, en su segunda generación, era la mujer la que atraía a la barriada al cónyuge, que por lo general procedía de otros lugares de la ciudad o de fuera de ella.Muchos años después, mediados cambios de siglo, de milenio, de moneda, de régimen político y no digamos de costumbres, la repetición del ritual me permite formular un nuevo caso de matriarcado. Una buena parte de niños de la Alameda, de los que juegan en el parque infantil más próximo a Las Maravillas, pasan parte de su periodo vacacional en la tierra de sus madres. La anécdota se convierte en categoría cuando entre los amigos de mi hijo, todos amistades surgidas en ese entorno lúdico, Gonzalo ha pasado el verano en Elda, antaño emporio del calzado en Alicante; Andrés ha disfrutado de los encantos de La Rioja, en la que su madre creció jugando entre huellas de dinosaurios; Alba ha hecho como todos los veranos su máster de Galicia, acompañada esta vez por su hermana Lucía, soplo de paz y risas que vino al mundo el 18 de julio, 75 años después del comienzo de la guerra civil; Miguel todavía apura los días en Grazalema, patria del pinsapo cuyos índices pluviométricos superan los de Santiago de Compostela.

Llega a su fin el verano de los maleficios del pepino y del códice Calixtino. La Alameda vuelve a llenarse de niños y de progenitores. La carpa del Circo del Sol ya la han instalado cerca del Charco de la Pava, y la tarde del sábado una troupe circense sorprendió a niños y padres en el corazón de la Alameda. Venían en jolgorio y armonía por la calle Relator, el itinerario de los armaos de la Macarena. Un elenco abigarrado, torbellino de magia y de acrobacias, con un speaker clownesco y fandanguero que anunciaba los números del circo subido a sus zancos de quinta columnista de la Alameda (la quinta columna sumada a las cuatro restantes que representan a Hércules, Julio César y las dos leonas, una en cada esquina: la Leonesa y la Ponferradina).

La improvisada carpa se abrió simbólicamente a la altura del Café República. Hasta Paco, de Casa Paco, que también ha vuelto de sus vacaciones, se acercó para ver esta fiesta sin programadores. Hacían las delicias de los niños, sentados como lo hacían sus padres en los conciertos que los cantautores daban en la Universidad (nostalgia o tabarra, qué más da) y a sus padres los convocaban más tarde para participar en una fiesta nocturna en el Rincón del Búho, local de la calle Parras, la misma en la que nació Juanita Reina y donde hizo su museo de derribos Enrique Pavón.

Se sucedían los saltos. Cinco voluntarios se aprestaban a hacer de alfombras de un atleta con alma de fakir. Jóvenes abanderadas se cruzaban en bailes volcánicos. Los tambores atraían al público. El primer fin de semana de septiembre presentaba sus credenciales. Se hacen llamar Circo Trópico. Se iba la tarde en suspiros, al Circo del Sol le salía esta alternativa bullanguera del circo de la sombra. El parque infantil se había quedado vacío. Todos hacían un círculo más bien elíptico en torno a los integrantes del espectáculo. Gorras para la suscripción popular y la beneficiencia hacia el artista.

Iban llegando más niños. Una catarsis para el comienzo de la normalidad escolar. Empieza la última semana sin colegio. Ellos, allí sentados, viendo al zíngaro de los zancos cual gigante, son los que miden y administran nuestro tiempo. Y en este mes, también nuestro patrimonio. Ellos hacen de despertadores, dueños de nuestros sueños, libertadores de nuestras pesadillas. La música se iba a otra parte. Llegaba la hora del búho, que es como llaman en Madrid a los autobuses nocturnos.

La troupe se iba por donde había venido. Temblad palomas, ha llegado el búho.